Y aquella noche no era la mejor,
de esas donde te preguntas si existe el amor,
caminaba, andaba, divagaba
con ese pensamiento tan torturador.
Llegué allí, a ese lugar donde tantas veces fui
donde estuve sin estar, donde anduve sin andar,
que sentimiento tan ingrato… ese,
el de no tener a quien amar.
Luces tenues, luces que van
luces que vienen sin parar,
Y allí en ese momento
donde todo era pensar, beber, pensar.
Llegó ella a ese lugar,
así como yo llegué,
caminando, pensando, divagando
buscando con quien hablar.
A mi lado se sentó, cómodamente, radiantemente
Y yo metido en mi copa, junto a mi mente,
que caminaba, pensaba, divagaba,
quizás era lectora de pensamientos,
ella no hablaba.
Pero irrumpió con esa sonrisa,
de esas que no había visto,
y casi se metió en esa copa que bebía ya sin prisa,
la cual quise compartir gustoso,
abstraído por su rostro.
Le invité a compartirla con mi abstracción,
ella me dijo sí, notando cierta emoción,
pidió una copa de vino,
de la mejor colección.
Luego de conversar intercambiando miradas,
muchas miradas,
ya mi copa terminaba,
la de ella un poco llena continuaba.
Y repentinamente, cuando volví a pensar en esa existencia,
la que me condujo a su presencia;
Ella miró el reloj, y observándome con complacencia;
me besó en la mejilla, diciendo:
Espero que la próxima, sea con tu presencia.
Mi mente caminaba, pensaba, divagaba.
en mi chaqueta su número dejaba,
y con la esperanza de verla otra vez,
sin aliento me quedé.
Esta copa inesperada,
mientras caminaba, pensaba, divagaba,
nunca yo me la esperé,
esa noche compartimos un vino,
Y se fue...
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