Hasta hace unos meses hubo quien podía manifestar su complacencia con la sonrisa del otro e incluso, como es lo normal, corresponderle con otra de vuelta; pero repentinamente ya no hubo más sonrisas en las calles, el velo de una situación inédita hizo menos frecuentes los momentos en los cuales se compartía un buen gesto sonriente para con los demás; nos topamos con una situación que se asemeja a un guion de una película de ciencia ficción. Ya no hubo oportunidad de ver el rostro completo de otra persona, de estrechar su mano o abrazar a una persona querida; calles desoladas, incertidumbre, falta de información; ya el miedo se había apoderado de todos.
Ese miedo produjo y sigue produciendo a su vez otras emociones y reacciones de distinto tipo, las cuales en ocasiones hace bastante difícil hasta recordar cómo vivíamos antes, lo cual es muy peligroso; ya que desconocer de dónde venimos nos hace estar inhabilitados para saber el rumbo correcto hacia donde nos debemos dirigir como sociedad. Es posible que el clima que se vivía antes no era el más afable a pesar de poder ver las sonrisas pero teniendo en cuenta esta realidad que enfrentamos, resulta indudable que había más gestos de amabilidad y cariño que en la actualidad; nos hemos visto forzados a reducirlos a la mínima expresión, limitando la distancia entre unos y otros, y a cubrir nuestras sonrisas, frecuentes o poco frecuentes en el pasado, con una nueva aliada, la mascarilla o cubre bocas.
La importancia de cuidar de la salud toma mayor preponderancia en la actualidad y nos demuestra la vulnerabilidad del ser humano como nunca antes, al menos generacionalmente no nos había ocurrido, generando nuevas dudas e inquietudes hasta nuevas escalas de necesidades, conformándonos con menos cosas materiales y valorando más a nuestro entorno, a nuestros semejantes, hasta comprendiendo que vale más invertir en la salud y el bienestar socioeconómico de la ciudadanía que en armamento, por dar un ejemplo evidente. Quizás al mirar en profundidad las enseñanzas que nos deja esta crisis mundial, debemos tomar en consideración esas cosas que no hacíamos bien como sociedad, como especie humana, sin castigarnos ni recriminarnos sino creciendo, desarrollándonos.
El tema fundamental a raíz de esta prueba colectiva es cómo adaptarnos para continuar siendo una especie viable en el planeta; suena simple, pero muchos científicos han dedicado su vida entera a estudiar la adaptación en diversas especies, algunas ya extintas y otras que aún "disfrutamos" de este plano energético. La respuesta está en nosotros mismos como integrantes de esa especie; la gran ventaja con la que contamos es la capacidad de discernir y el libre albedrío que se nos ha otorgado para bien o para mal.
Entonces, es cuando nos topamos con esa bifurcación en el camino y los más aptos de continuar evidentemente trascenderán a este momento que va a definirnos como seres humanos, como mencioné antes, como especie. Tú mismo individualmente y en grupo tienes la gran oportunidad de adaptarte y transformarte, ya que el hecho que estamos viviendo no podemos cambiarlo, es una realidad y debemos aceptarla, en primer lugar para poder trascender a un virus que sin capacidad de discernir pudiese derrotarnos como especie si nosotros decidimos actuar como actúa una especie sin Alma, sin espíritu, sin raciocinio.
Dentro de ese proceso de adaptación debemos revisar muchas cosas, entre ellas decidir cómo vamos a educarnos, cómo vamos a ejercer nuestros derechos y cumplir con nuestros deberes desde la niñez; cuál es el ejemplo o legado que dejaremos para las subsiguientes generaciones. Incluso, de aprovechar momentos con nuestra familia y seres queridos, decidiremos si vamos a atacar a un semejante como ataca un león hambriento a otro animal o si vamos a ser empáticos para lograr salir adelante y mantenernos como especie. Si crees realmente que eres de una especie superior a las demás demuéstralo con amor, con bondad, con seriedad y responsabilidad; no destruyendo sino construyendo y respetando todo lo que te rodea, incluyendo otras especies.
Por otra parte, esta adversidad extraña, repentina y escalofriante que se apoderó de nuestro hogar común llamado el Planeta Tierra, se ha convertido para todos en esa oportunidad de hacer pausa en ese día a día, donde predominaba lo físico o material, para tener ese tiempo que siempre excusamos acusando al trabajo o a las ocupaciones diarias de no permitirnos aprender cosas nuevas, leer, ejercitarnos, hasta de amar a nuestros semejantes, a nuestra familia, a nuestros amigos, por vivir como si estuviésemos en una competencia contra el tiempo, y aun así no entendiendo que el tiempo transcurre a pesar de que nosotros tratemos de ganarle. Quizás sólo bajo estas condiciones adversas podíamos entender algo así, podemos tomar tiempo para pensar, una pausa necesaria para comprender que el equilibrio es importante para seguir adelante sin caer en los mismos errores que nos trajeron hasta aquí.
Suena trillado pero la vida nos ha traído una oportunidad muy evidente la cual debemos aprovechar para trascender individualmente y en conjunto, una oportunidad para adaptarnos, de ser más fuertes en un entorno que nosotros mismos hemos vuelto hostil. Tú decides si mantener las actitudes y maneras de proceder que hemos tenido como sociedad están correctas o si estás dispuesto a construir una realidad más amable y que propicie esas sonrisas que hoy extrañas ver porque te tocó, nos tocó cubrirlas, en unos territorios antes y en otros ahora, pero todo ha formado parte de un desenlace de equivocaciones como especie. Hoy nos ha tocado arrodillarnos ante algo microscópico que ha demostrado lo vulnerable que somos y que nos mantiene en el devenir de los tiempos, sólo si nos adaptamos sin empeñarnos en ser los más fuertes teniendo algo mucho más valioso que es la inteligencia, la bondad, el raciocinio y el libre albedrío respetando a nuestros semejantes y otras especies.
Si extrañas la sonrisa de tus semejantes, tendremos que hacer como un caballero cuando corteja a una dama, debemos ganar nuevamente el derecho a esa sonrisa, a ese abrazo caluroso, debemos demostrar que merecemos todas esas facultades que Dios nos dio al crearnos y hacernos a su imagen y semejanza sin pretender que no necesitamos de Él. Sonriamos nuevamente como especie, sonriamos nuevamente como seres humanos, sonriamos nuevamente pero de manera genuina y con libertad real, la decisión es tuya, contagiando pero de cosas buenas a tu entorno. Demostremos que podemos, demostremos que todo será mejor, tenemos la oportunidad.
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