Una de mis pelis favoritas de mi niñez es Willy Wonka y la fábrica de chocolate, la versión de 1971; aunque la versión de Charly y la fábrica de chocolate caracterizada por el afamado Johnny Depp, también me encanta; creo que la influencia de esa historia es para mí uno de los motivos del siguiente relato y de mi pasión que iré revelando en estas líneas. Para mi vivir en un mundo colorido, con grama y árboles hechos de dulce, rios de chocolate y nubes de algodón de azúcar, sería un sueño hecho realidad.
Desde que tengo uso de razón amo el chocolate, o como le decía siendo muy niña co-cho-la-te; en todos sus sabores, formas y presentaciones; tanto que cada vez que me preguntan cuál es mi comida favorita, respondo, sin lugar a dudas: ¡Chocolate obviamente! Soy de esas comensales que cuando voy a comer a un restaurante, lo primero que suelo revisar son las opciones de postre y en base a eso elijo la entrada y el plato principal. Creo fervientemente que tengo dos estómagos, uno pequeño para las comidas saladas y el principal, el más grande para el postre; pero eso sí, ¡Dulce sin chocolate, para mí no es un postre perfecto! Vivir un día sin comer chocolate es una locura total.
Luego siendo ya grande, ejerciendo mi profesión de Arquitecto, libre de deberes académicos, estudios y largas noches interminables entre planos y maquetas; luego de haber cumplido con mis padres con la obligación y el consejo de estudiar una carrera universitaria me sentí tan libre que me dije: ¡Ahora voy a hacer un curso de chocolatería, no para estudiar, sino para aprender a hacerme a mí misma los mejores chocolates con los sabores que me gustan, experimentar nuevas combinaciones, para poder comerlos todos los días y a la vez desarrollar mi verdadera pasión!
Luego de esa experiencia amé mucho más el chocolate y su elaboración, entonces decidí seguir experimentando y perfeccionando mí técnica para elaborarlos. Recuerdo claramente un diciembre en el cual decidí regalarle a mis familiares y amigos bombones coloridos de sabores variados como maracuyá, limón, café especiado y caramelo crocante, sencillamente deliciosos y hermosos, brillantes; eran los que mejor me quedaban en ese momento; siempre con la idea de ser presentados dentro de cajitas coloridas diseñadas y hechas también por mí. Gustaron tanto que me recomendaban ponerlos en venta, empecé a recibir encargos para regalar a más personas y fueron un éxito. Luego salieron nuevos pedidos para todo tipo de eventos, como cumpleaños, primeras comuniones, entre otros y así poco a poco fue surgiendo Cocho Late Amor, sí, mi marca de chocolates, una marca divertida, colorida y con mucha pasión por el chocolate.
A los 2 años decidí irme a estudiar una Maestría de Paisajismo al exterior para complementar mis estudios de Arquitectura y apenas llegué a Melbourne, Australia, decidí buscar trabajo en chocolaterías para continuar aprendiendo sobre bombonería; después de haber vivido haciendo chocolates, sabía que necesitaba seguir aprendiendo y conociendo más sobre del mundo chocolatero donde estuviese, no importa que fuera al otro lado del mundo. ¡Y lo logré! Trabajé durante 3 años en Lindt Chocolat Cafe, sí el de la marca suiza de chocolates espectaculares; aprendí muchísimo, pero sobre todo aprendí que mi pasión por el chocolate la quería seguir compartiendo a donde fuese, mi pasión y el amor por el chocolate no tiene fronteras.
Mi sueño es tener algún día una chocolatería, un lugar donde la gente disfrute de esa pasión, o como me gustaría llamarla una Sweet Boutique; que tenga un espacio de cocho-experiencias para niños donde puedan experimentar y crear ese mundo de Willy Wonka con el que yo sueño, que puedan vivir, disfrutar e interactuar con el chocolate. Un espacio donde se unan el arte, el diseño, los colores y sobre todo la pasión por esta bendición llamada chocolate. La constancia y perseverancia seguro harán realidad ese proyecto. Mientras sigo ofreciéndolos por mis redes sociales con el propósito de crecer y seguir disfrutando de lo que más me gusta, haciendo realidad ese sueño de vivir entre ríos de chocolate y nubes de azúcar, con pasión y constancia todo se puede.
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