Hay momentos en la vida que resultan ser adversos y despiertan en nosotros una sensación de vacío que es difícil poder llenar, al menos en lo inmediato. El duelo, la palabra por si misma genera un sentimiento sobrecogedor, y resulta que ese tipo de momentos son prácticamente ineludibles en nuestras vidas, así no queramos que lleguen, esas situaciones siempre estarán latentes y eventualmente ocurrirán. Hablaré desde mi experiencia y respetando el criterio de los estudiosos del tema.
Yo siempre asocié el duelo con la partida de un ser querido, y vaya que si se produce un vacío indescriptible cuando alguien parte físicamente de este plano; sobre todo cuando esa persona era muy cercana o convivíamos mucho con ella. Siempre lo temí, hasta que llegó el momento que no queremos que ocurra nunca, pero si algo es seguro es que vamos a transformarnos dejando atrás las limitaciones, apegos y miedos propios de lo físico.
Mi madre descansó luego de una lucha importante por un par de años; sin detallar el proceso, hubo muchas personas que nos apoyaron amorosamente a ambos durante este tiempo y luego de la ocurrencia de lo inevitable. No obstante, el silencio es el protagonista de esa película, a pesar de que te llenen de palabras o gestos bonitos todo se paraliza, el tiempo no transcurre como siempre, pueden rodearte mil personas y lo único que resuena es el silencio aturdidor, ese infame protagonista super estrella de la película llamada duelo.
He estado en ambas situaciones, tanto en la de acompañar a quien pasa por esos momentos difíciles como en la posición de quien pasa por ese desierto emocional; y ambas posiciones son retadoras; pero si algo me ha quedado claro al pasar por eso, es que mi duelo es mío. Nadie sabe cómo abordarte, cómo abrazarte, qué decirte o qué hacer; sin embargo, el acompañamiento silencioso pero cariñoso aligera la carga en ese tortuoso viaje emocional.
Es así, como los duelos no se limitan a la partida física de un ser querido sino hasta temas como la migración, la pérdida de un trabajo, la ruptura de una relación de cualquier tipo. El sentimiento es de soledad, de silencio ensordecedor; pero la fuerza de voluntad y el acompañamiento paciente forjan resultados muy positivos. Quien pasa directamente por ese sentir debe poner la totalidad de su voluntad para salir de ese momento, quizás teniendo la certeza de que somos los dueños de nuestras emociones y podemos salir adelante a pesar de lo difícil que resulta, bien sea cobijándonos en la fe, en el estudio, en la familia y los amigos; porque siempre debes repetirte que tu duelo, es tuyo y nadie puede sanar lo que tu estas obligado a sanar para seguir adelante en la vida, consciente que no será igual que antes, avanzando con esa cicatriz y con la fortaleza de un hueso que se fracturó pero que ha sido atendido de la mejor manera y a tiempo.
No pretendas que otros vivan tu dolor, tu tribulación, sólo tú puedes entenderte y sabes lo que necesitas, puedes apoyarte en un profesional para abordarlo y caer en cuenta de aquellos factores que sientes que no van bien; toma tu tiempo, trata que no te tome demasiado para que no frene los otros aspectos de tu vida, la cual debes llevar balanceadamente para seguir y lo más importante sin arrastrar o pretender que a los demás les duela tu dolor, que seguramente a tus seres más cercanos les dolerá, pero ese proceso es muy personal, los demás ayudarán en la medida que les permitas hacerlo, exprésate, habla, conversa y ve sanando lo que debes sanar sin dejarlo allí oculto.
En mi caso pudieron llegar varias situaciones que generaron un duelo muy prolongado; el migratorio, el de mi madre y el profesional; casi juntos, pero pude reponerme de esas situaciones cuando supe que no debía pretender que a los demás les doliera igual que a mí mismo; aceptando realidades, mejorando en lo personal y profundizando la búsqueda de mi esencia, lo que me ha llevado a escribir, llenándome sobremanera. Querer sentir que tu dolor le duele a otra persona forma parte de las limitaciones impuestas por el ego, al cual debemos dominar y luchar con el arma más hermosa y poderosa que tenemos que es la consciencia, recibiendo y aceptando el amor sin evaluarlo o medirlo. Por eso estoy convencido de que mi duelo, es mío y hoy quise compartirlo contigo, te abrazo y doy las gracias por leer mi experiencia, ánimo que todo pasa, pero depende de ti mismo.
Comments