Existen religiones, estudios, teorías y relatos que hablan sobre la reencarnación o de la vida después de la muerte o vida después de la vida. Es un tema cuya profundidad ha tomado siglos y siglos de investigación tanto científica como filosófica, y que resulta sumamente interesante justamente por los matices que de las diversas opiniones y estudios que se generan.
El cuerpo físico que nos acompaña en este plano existencial, es bien sabido que tiene un tiempo finito, generalmente teniendo un tiempo máximo, en los casos de mayor longevidad, de aproximadamente unos 100 años. Es así, como se desarrolla ese temor al hecho más real y más seguro en el devenir de nuestra existencia el cual no es otro sino la muerte, que va directamente ligada a nuestra presencia corpórea en este plano y para muchos el inicio de una transformación.
La muerte no es otra cosa que justamente el fin de la vida, al menos si vas al diccionario esa es la explicación simple a la palabra, pero no hay duda alguna que la complejidad de este tema trasciende la simpleza de dicha definición, algunas personas indican haber cruzado por esa experiencia y diversos estudios también dan crédito a la posibilidad del regreso desde una muerte declarada clínicamente, y otros inclusive de la reencarnación sobre lo cual hay numerosos debates sobre los que ahondaremos en otra oportunidad.
Es posible que la explicación a este fenómeno natural la encontremos de una manera más profunda en la filosofía, las religiones, la metafísica o inclusive en el esoterismo en general, todas las posiciones son respetables; para la ciencia es un hecho en el cual cesa la actividad física del cuerpo lo cual físicamente es evidentemente cierto. No obstante, cuando nos adentramos al campo filosófico buscando respuestas sobre el tema nos encontramos conceptos maravillosos como es el del alma y hacia donde va luego de morir la materia. Y justamente el alma pareciera ser lo que nos hace impulsar o darle profundidad al conjunto de materia que nos permite desenvolvernos aquí y ahora; si no seriamos algo muy parecido una computadora hecha de pequeñas piezas y no hechos a la imagen y semejanza de Dios Padre, gracias al soplo divino del cual hablaba Aristóteles o el denominado aliento de vida dado por El Creador.
Muchos, o la mayoría de los humanos ven con temor esta cesación de actividades, otros la ven como castigo y otros como el paso a un plano más profundo, sutil, iluminado, inmaterial o de elevación del alma a una vibración más alta sin dolor, sin temor y sin vanidades mundanas, siendo que al final son esos factores los que nos hacen sentirnos presos sin necesidad, encontrándonos en la cárcel de las limitaciones físicas y hasta mentales.
Pero volviendo al principio y sin ánimos de hacer un tratado filosófico, es interesante la dimensión que se le puede dar al asunto relativo de vivir otra vida después de esta; lo cual siendo un tema tan profundo es tocado desde una óptica de misterio o algunos pudiesen decir idealista, siendo que en esta vida también pueden producirse cambios tan drásticos como la misma muerte.
Entonces, si equiparamos la muerte a las transformaciones que experimentamos mientras estamos con vida, se puede interpretar que dichas transformaciones trascendentales que nos cambian poco a poco o de manera radical son una especie de culminación de una situación para iniciar otra bajo otros paradigmas, otras condiciones e incluso con otro tipo de vibración energética, ya que al fin y al cabo somos eso, energía en constante movimiento y transformación. Es así que pudiésemos profundizar en el tema de morir y volver a nacer siendo la misma persona y no una reencarnación, desde que somos un feto nos encontramos en un constante morir y renacer. Por ejemplo: Personas que estuvieron casadas con su pareja durante muchos años y luego pueden iniciar otra relación sentimental y hasta tener nuevos hijos, una nueva familia; o aquel profesional que estudió y se preparó para cierta disciplina, la ejerció un tiempo considerable y con el paso de los años descubre otra pasión, llegando a prepararse y a ejercerla incluso más tiempo que la primera.
Es un tema verdaderamente apasionante, no somos los primeros en tocarlo ni seremos los últimos pero que hermoso resulta familiarizarse con el tema de morir si lo tomamos como una transformación, a la cual no debemos temer porque sería temerle a la vida misma y a sus constantes cambios agradables o no; miedo a desarrollarnos física e intelectualmente, a interactuar con almas distintas e inclusive crear nuevas a partir de la unión de la propia con otra, hasta la sencillez del miedo a abrir la puerta al salir de la casa por no saber que hay detrás de ella todos los días que en ese caso si es algo incierto.
Abrir la puerta todos los días a la transformación es vivir varias vidas en el transcurso de la misma, es no temer a morir porque sencillamente cesas de una manera para renacer de otra. Que bonito sería que desde niños nos enseñaran a ser prudentes pero no a ser temerosos a lo desconocido, a la transformación, a vivir varias vidas dentro de la misma e inclusive a acostumbrarnos y si es posible llegar a comprender esa gran transformación energética que decidimos llamar muerte; nos encontraríamos necesariamente en la necesidad de buscar soluciones a las situaciones, a reinventarnos analíticamente sin temores a la propia vida y sus ciclos entendiendo que somos más alma que cuerpo, más energía que materia; que el cuerpo es un instrumento para la manifestación del alma que si lo cuidamos es posible que logremos llegar con salud a esa edad que mencionamos al principio, vivir 100 años en el mejor de los casos aunque hay quienes ya los pasan.
Reinvéntate, todos los días conviértete en energía, prepárate sin temer a lo desconocido porque eso también forma parte de la vida y sus ciclos. No es fácil, pero sería un reto hermoso intentarlo para ser almas que vivamos en mayor plenitud y bajo la mejor de las vibraciones.
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