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Un escritor de lineas

La sentencia

Updated: Aug 10, 2020



Fue ese, aquel día en el que abriste la puerta de esa fría oficina, ibas a una entrevista para trabajar allí. Era esa oficina donde mi encorbatada presencia se posaba todos los días a revisar documentos, a redactar escritos y a solucionar entuertos.

Por allí, por esa puerta entraste tan sencilla pero tan llena de matices, con tus pómulos perfectos y tu paz llena de tanto. Tanto tenía esa paz y esa presencia que sin dudarlo dicté una sentencia a quien estaba a mi espalda, con ella voy a casarme, anótalo en esa agenda.

Pasaron días, muchos días; te tenía en mi mente con la inseguridad de que mi sentencia no se ejecutara; así pasó el tiempo, yo cambié de oficina pero no cambió ese pensamiento que brincó en mi al verte. Tu bella presencia no salía de mis pensamientos, los que te esperaban con brazos abiertos; sin conocerte quise quererte, quise amarte era algo que sucedía naturalmente.

La inestabilidad reinaba, la soledad constante, esa sensación compleja de tener todo y a la vez nada; pasó el tiempo y volví a verte; volviste, volviste a mi vista y esta vez para quedarte. Ofrecí seguirte a donde quisieras irte; así fue... seguí tus planes, los juntamos con los míos y así seguimos adelante.

Tuvimos que separar nuestros abrazos, nuestros besos y seguir con lo pendiente, pero siempre presentes y conscientes de esos planes, de esas promesas y de esas ganas de seguir juntos en la vida. Esa constancia, ese amor y esa confianza fueron las leyes en las cuales se apoyó esa sentencia, la que hice ese día cuando entraste por la puerta de la oficina fría. Nos casamos, nos unimos, nos amamos.

Así llegamos hasta aquí, con luchas, momentos, felicidad y desgastes; pero juntos. Cuando llega la mañana y te miro a mi lado y no hay día que mi corazón al verte no salte, brinque, salte... Hoy esa sentencia, esa profecía que lancé el día que apareciste, que llegaste y te quedaste la atesoro en mi memoria, en mi alma y corazón; y hasta tenemos un hijo que es nuestra bendición.

Te amo, con mis luces, te amo con mis sombras; y con cada latido mi corazón te nombra.

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