Tantos años vividos con aprendizajes, experiencias muy variadas, con sus alegrías y tristezas que el agradecimiento se me hace infinito. Y me pregunto ¿a quién le dedico este escrito? Agarro el lápiz y comienzo a escribir…
Cuando camino por los parques o por una montaña, siento una energía especial que me remonta a mis primeros paseos por El Ávila; montaña guardiana de la ciudad de Caracas. Disfruto de las formas, los colores, los contrastes, sus olores; mis cinco sentidos se activan al máximo. Me siento plena y con fuerzas y tomo la fotografía en mi mente de la belleza que vivo.
En otros escenarios maravillosos, camino por la arena de las playas, siento el agua que moja mis pies, las olas que van y vienen. Observo las gaviotas, las diferentes aves que se dejan llevar por el viento, la espuma del mar, así como mis huellas marcadas en la arena donde se hunden las pequeñas conchas marinas con su diversidad de formas y colores.
Paseos y viajes por caminos recorridos, en carreteras variadas que me transporta a una película de paisajes que pasan con velocidad, y como actriz de reparto vivo tanta hermosura: montañas, lagos, ríos, nieve, lluvia, sol, luna, estrellas. Quedo extasiada, sorprendida y maravillada con tantas bellezas. Es un disfrute pleno que grabo en mi espíritu con la filmadora de la curiosidad constante.
Y todas estas historias están protagonizadas por la Madre Naturaleza. Bella, grandiosa, imponente. Que me hace sentir de manera muy especial el agradecimiento. Donde vivo diversos sentimientos encontrados: la alegría de respirar el aire puro junto a mi familia, nostalgias al recordar paseos de niña, impotencia de no poder vivirla con los amores que están lejos, fuerza que llena mi espíritu, así como solemnidad, compromiso y dignidad hacia mí misma y hacia los demás. Mi corazón se engrandece; es mi refugio donde encuentro nuevas ideas y ganas de seguir adelante.
Y es a la Naturaleza a quien dedico el agradecimiento. Gracias, gracias y gracias Dios por tan maravilloso regalo.
Y así, ya terminado mi escrito, bautizo mi relato con el nombre: ¡Agradezco a la Naturaleza!! Siempre grande, noble y leal, donde por siempre podamos disfrutarte y admirarte. Y donde el cariño y el amor de toda la raza humana te cuide, te mantenga y te conserve igual.
Gracias Madre Tierra, puedo disfrutarte, admirarte y con amor cuidarte.|
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